9 d’ag. 2017

llibre del mes, 7

Shah Rukh Khan con Anushka Sharma y Katrina Kaif
“Cuando un meteorólogo hindú falleció hace unos días de un ataque al corazón mientras trabajaba en una base científica de la Antártida, su familia pidió que transportasen el cuerpo hasta la india para incinerarlo en la ribera del Ganges, como manda la tradición hindú. Pero les dijeron que sería imposible, al menos hasta dentro de unos meses.

Tras pensárselo mucho, y como mal menor, la familia aceptó que el cuerpo de Kuldeep Wali fuera cremado por sus compañeros de trabajo allí mismo y seguirán la ceremonia en directo a través de una Webcam. Se tratará de la primera ceremonia de este tipo en el Polo sur, un territorio cubierto en un 98 por ciento por el hielo.

Los problemas 'logísticos' de la comunidad hindú que vive fuera de la India y debe llevar a cabo sus ritos a veces se solucionan de modos muy curiosos. Por ejemplo, ante la dificultad de disponer de agua proveniente del río Ganges, los hindúes residentes en el Reino Unido se plantearon sacralizar el río Aire, en Inglaterra, para que su agua hiciese las veces en ritos y ceremonias. Finalmente, la idea de convertir a un río inglés en un segundo Ganges, con cenizas humanas acumulándose poco a poco en el lecho, no gustó mucho a los ecologistas de aquel país y la idea no prosperó.

Pero no todos los problemas tienen que ver con asuntos funerarios. Pregúntenle a cualquier indio que viva en el extranjero qué es lo que más echa de menos de su país, y es muy probable que cierre los ojos, suspire y le responda: "el mango Alphonso". Esta variedad de mango no sólo es la más apreciada sino también la más cara que hay, pues incluso en el país más pobre del mundo se llegan a pagar decenas de euros por una sola pieza -ha de ser, eso sí, sublime-.

Por eso, y porque, como se quejaba el escritor indio Sashi Taroor, "hay mangos en Nueva Orleans, en California e incluso en Kent (no lejos de Londres), pero no saben a nada", el anuncio hace dos años de que Estados Unidos iba a permitir la importación de estas delicias causó alborozo entre los indios residentes en ese país, desde California hasta Nueva York.  La decepción llegó con el primer cargamento aéreo llegado al aeropuerto Kennedy: un grupo de magnates de hoteles de lujo se hizo a golpe de talón con la exclusiva de esa y futuras remesas del anhelado mango. Continuarán, pues, dándose los extravagantes casos de contrabando de Alphonsos en los que a veces se han visto implicados pilotos de líneas aéreas indias...

Con canales de televisión dedicados íntegramente a emitir películas de Bollywood en Alemania, Suiza, Austria y el Reino Unido, la pasión por el cine de los N.R.I. (indios no residentes) puede ser saciada sin problemas. Y si el tamaño de la cuenta corriente es tan grande como el de la nostalgia, es posible incluso contratar a cualquiera de las superestrellas del cine indio para que actúen en una fiesta privada. El caché de un Shah Rukh Khan o una Katrina Kaif puede llegar los 150.000 euros por una hora de show.

La diáspora india es una de las más extendidas y numerosas del mundo, y dicen que allá donde viaja un indio la India viaja con él. Hay diecisiete millones de indios viviendo en países asiáticos -excluyendo la propia India-, cinco millones más viviendo en América, cuatro en Europa y tres en África; y en total hay treinta millones de indios -o indias- fuera de la India.”

Miguel Ángel Gayo Macías
elmundo.es
10/06/2009


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