20 de maig 2017

presentació llibre "Catálogo de decisiones y fragilidades"


El proper dissabte 27 de maig,  a les 19 hores i al Centre Cívic de Montflorit, Vespres Literaris organitza la presentació, amb la presència del propi autor, del llibre " Catálogo de decisiones y fragilidades ", del periodista i guionista cerdanyolenc Toni Álvaro.

Reproduïm un fragment del llibre:

"Reyes magos en Aiscondel
Las naves de Aiscondel en mi pueblo habían alojado hasta unas 1600 personas, mi padre entre ellas. Fundada en 1943 en Barcelona, Aiscondel se trasladó definitivamente a Cerdanyola en 1964, convertida en uno de los grandes motores de crecimiento de la ciudad.

A mi padre sus compañeros le llamaban el Campeón. Enlazaba el turno de tarde con el de noche y al salir se echaba unas horas repartiendo con la DKW para completar el sueldo. A Aiscondel venían los Reyes, pero allí nadie regalaba nada. Allí se encontró, apenas entrar, a uno de su pueblo que había estado en la cárcel con el abuelo. Allí conoció, en aquel momento no lo sabía, claro, al que también sería abuelo de su nieto mayor. Allí se hizo mi padre de las Comisiones Obreras.

En 1962, a raíz de la declaración del Estado de excepción en Asturias, Gipuzkoa y Bizkaia, ya se produce la primera huelga en Aiscondel, con el resultado de varios despidos. Un despido significaba entrar en la lista negra y no volver a ser contratado en ninguna fábrica. La gente quería trabajar en una fábrica porque ahí se fabricaba el futuro de sus hijos, muchos de los cuales llegarían a ser el primero en generaciones en acceder a la Universidad.

En 1966 viene otra huelga que logrará la jornada laboral de 8 horas. Y más despidos que acaban descabezando a CC.OO. Era un ciclo habitual: una reivindicación laboral lleva a la huelga (ilegal), la huelga a los despidos y encarcelamiento de los más incómodos para la empresa, que para calmar los ánimos ofrece algunas compensaciones que no logran impedir nuevas movilizaciones pidiendo la readmisión de los represaliados, uniendo reivindicación laboral con reivindicación política.

Eran tiempos de jornadas laborales de 12 horas, de lunes a sábado. Tiempos de listas negras y sindicato vertical. Tiempos de PSUC y CC.OO. Tiempos de tricornio, miedo y palizas en una habitación mal ventilada.  Aquí llegaron inmigrantes bregados en la supervivencia, mineros de Fígols y obreros rebotados de la Aismalíbar y Mir Miró con la reivindicación en el cuerpo.

Eran tiempos de cargas policiales y puertas que se abrían dando cobijo. Si Aiscondel paraba, todo se paraba en un efecto correa de transmisión que recorría la industria local. Eran tiempos de asambleas semiclandestinas en el merendero de Les Fontetes un domingo por la mañana, asando sardinas en un somier, con alguien subido en un pino para avisar si venía la Guardia Civil. Eran tiempos de abogados laboralistas, nuestros primeros héroes.

En 1973, a raíz del asesinato de Manuel Fernández Márquez en la huelga de la construcción de la central térmica de Sant Adrià, el turno de noche de Aiscondel plantea una huelga de protesta contra la violencia policial. Manifestaciones, cargas y el cierre durante dos días de fábricas, comercios y bares mientras la policía ocupa las principales vías urbanas. La huelga sirve para plantear nuevas reivindicaciones laborales y se alarga en algunos centros. La dirección de Sintermetal se pasa tres pueblos con las medidas disciplinarias y Aiscondel da su apoyo y se embarca en una huelga que se alarga prácticamente todo el mes y acaba con más de 70 despidos, incluyendo en el paquete a todo el comité de empresa. Por estas cosas, supongo, y por algún ojo a la virulé que trajo papá, mi madre siempre me aconsejó ver, oír y callar para evitar problemas y progresar en el trabajo. El hombre del saco se parecía mucho al sargento Pizarro.

En 1976 la pancarta Meler en lucha, por el pan, el trabajo y la libertad recorre Cerdanyola. Son los prolegómenos de las huelgas generales de aquel año. Cerdanyola contabilizará, según prensa de la época, 6000 huelguistas, 396 empresas cerradas y una asamblea unitaria en el campo de fútbol. Y muchos descubren que una hora de lucha puede agotar más que doce en la cadena de montaje.


Luego, pasados los años, vendría el cierre progresivo de todas esas fábricas y el desmantelamiento acelerado de todos los derechos que allí se fueron ensamblando. Ahora de Aiscondel sólo queda un solar de 50.000 m2 propiedad, cómo no, de un banco."

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